Los científicos de la Universidad de Singapur en una serie de experimentos llegaron a una conclusión inusual: enamorarse puede hacer que el postre que comes sea mucho más sabroso. El cliché familiar sobre la relación directa de amor y dulzura, tiene un significado literal: los pensamientos sobre el romance pueden hacernos percibir lo que comemos o bebemos más dulce de lo que realmente es.
Las personas que participaron en el experimento correlacionaron sus emociones con diferentes gustos: dulce, salado, agrio y picante. Luego se pidió a un grupo que describiera una experiencia romántica personal, y al otro algo aburrido. Después de eso, se pidió a los miembros del grupo que evaluaran el sabor de la comida que propusieron. Como resultado, para aquellos que escribieron sobre el amor, la comida parecía mucho más dulce (incluso agua "endulzada") que para aquellos que describieron eventos aburridos, impresiones o emociones negativas, como los celos.
Los científicos creen que tales características gustativas están directamente relacionadas con el trabajo del sistema nervioso, que percibe, posiblemente desde la infancia, lo dulce como una recompensa por algo. Los estudios también han demostrado que cierta área del cerebro que juega un papel en la predicción de recompensas se activa al mirar la imagen de un par de amantes o probar dulces.
